Durante la Guerra de Vietnam, entre 1964 y 1975, se produjo un curioso y peligroso fenómeno dentro del ejército estadounidense… el llamado “Fragging” (acto de atacar a un superior en la cadena de mando con la intención de asustarlo o matarlo y usando, generalmente, granadas de fragmentación; de ahí su nombre). El uso de estas granadas, que nada tiene que ver con el fuego amigo, para amedrentar o matar a los oficiales se debía a las dificultades para averiguar quién había sido el autor, máxime si se produce en el fragor de la batalla, y a diferencia de utilizar una bala. Se calcula que entre 1970 y 1971 hubo 363 casos de artefactos explosivos contra oficiales estadounidenses en Vietnam. Aunque la mayoría de los autores nunca fueron identificados ni sancionados, se han llegado a registrar 71 casos de soldados condenados por estos crímenes. El fenómeno del “fragging” se produjo durante una guerra impopular, con la moral de las tropas por los suelos, el abuso de drogas, las tensiones raciales y la rebelión de la juventud americana.
Hoy un diario regional nos informa de los escenarios que se están barajando en el PP de Asturias ante la grave crisis abierta después de que el “dinamitero”, Álvaro Queipo, abriese la caja de Pandora con la entrevista con Alvarez-Cascos con el aval de Génova intentando forzar la salida de la actual presidenta. El fin último es poner a un nuevo candidato para las elecciones del 28 de mayo del 2023 https://cutt.ly/vXOPXwV La novedad de la noticia es que se informa de cuatro posibles escenarios para afrontar la crisis, después de que Teresa Mallada se aferre al sillón de la presidencia del PP. Los mismos son los siguientes:
- Celebrar congreso ratificando a Teresa Mallada como candidata
- Celebrar un congreso del partido donde se confronten candidaturas sin consenso
- No celebrar congreso y que Génova designe directamente el candidato. Esta situación propiciaría la bicefalia en el PP, como sucedió en su momento con Mercedes Fernández cuando era presidenta y Teresa Mallada hizo de Caín para forzar su salida del partido.
- Nombrar una Gestora. Esta fórmula sería el peor escenario al que tendría que enfrentarse Teresa Mallada, ya que se podría eliminar de un plumazo a sus afines de la dirección del partido.
El guirigay montado en Asturias coincide en el tiempo con otro montado en Navarra, donde el señor Feijóo y Unión del Pueblo Navarro (UPN) de Javier Esparza, intentan llegar a algún acuerdo que permita a el PP salvar los muebles en dicha comunidad, todo ello después de que dos diputados navarros fuesen “tocados”, Sergio Sayas y Carlos García Adanero, por los populares cuando se votó la reforma laboral que salió adelante pese a todas las maniobras efectuadas por él señor Casado y el inepto Casero con su equivocación en la votación. La alianza entre populares y navarros se realizó de forma ininterrumpida desde 1989 hasta 2008, cuando Mariano Rajoy la rompió después de que los navarros facilitasen la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado del PSOE. La intención del PP, indican fuentes de Génova, es “hablar con todo el mundo” para encontrar el mejor mecanismo. Y, aunque es difícil que Madrid decida romper el pacto y acudir en solitario a las urnas, aún no queda descartado nada. Si lo hiciese, el PP cosecharía un resultado lamentable al carecer de la implantación que si tiene el partido navarro.
Desde la llegada de Feijóo a la presidencia del PP el 2 de abril, ha tejido una tela de araña con personas de confianza, en Galicia, con Alfonso Rueda, Extremadura, con María Guardiola, y Barcelona, con Manuel Reyes. Ha reducido las tensiones con la Comunidad de Madrid, al dejar hacer libremente al verso suelto de Isabel Diaz Ayuso, sin ataduras de ningún tipo. Por otro lado, ha confiado en López Miras la comunidad de Murcia -una apuesta de Casado y García- pese a la inseguridad electoral que, afirman fuentes del PP, que este le genera. Todo ello sin contar que ha construido una ejecutiva del partido hecha a su medida y de Juanma Moreno Bonilla, el otro gran zar del proyecto de Feijóo y recambio del gallego si falla en sus opciones a la Moncloa. El problema del PP en Asturias no se solventará amigablemente, nadie quiere renunciar a sus dominios como nos muestran un día sí y otro también la prensa y los afectados. Es un conflicto que se trata de reconducir con un dialogo de sordos, así lo único que consiguen es que el deterioro del partido se vaya trasladando a todos los ámbitos allí donde está presente. Para su solución finalmente veremos que se requerirán medidas de fuerza (el dedazo) o el “fragging” político, amparado en las atribuciones de las que goza el señor Feijóo. Bien es cierto, que el rival que tiene en Asturias, no es un “barón” (persona que se encuentra al frente del gobierno regional) para eliminarlo sin problema sino se somete a sus designios, como se intentó en su momento con Díaz Ayuso y costó la salida de Casado de la presidencia del PP.
A la ciudadanía todos estos conflictos como los que tiene actualmente el PP, lo que les muestra “negro sobre blanco”, es que es un partido sin proyecto más allá de los problemas internos que tienen en sus filas cuando se acercan las elecciones y los nervios se desatan al temer algunos perder la posición que ocupan. Tampoco a la ciudadanía debería extrañar dicha situación por parte de algunos, cuando se han pasado la legislatura de “performance” sin presentar propuestas ni colaborar en cuestiones que benefician a la mayoría de la ciudadanía allí donde se votaban, como es el caso de la Junta General del Principado. Es por eso, que llegado el tiempo de las elecciones se desatan las tiranteces y todo el mundo se mira de reojo al temer lo que los ciudadanos votarán. Todo ello, es fruto de causas comunes como las que sufrió el ejército norteamericano en la guerra de Vietnam; baja moral, expectativas de ganar la batalla electoral mínimas, tensiones orgánicas, aplicación de disciplinas férreas con todo aquel que muestra su desacuerdo con la estrategia de la dirección, etc.
Para terminar el post quiero decir que la suerte a dicho partido está echada en cuanto a perspectivas electorales, salvo que surja un milagro con el candidato. Todo este guirigay pasa factura y este no iba a ser una excepción. Quizás, esto es lo que busca Teresa Mallada, dejar el cortijo lleno de “bombas” como las que vemos todos los días en la prensa con esta batalla. El fin último es que el que venga detrás se las coma… Como lo hizo ella desde su llegada a la dirección del PP por el “dedazo” del señor Casado, pensará, “si no es para mí que tampoco sea para nadie de mí partido”.
Ya lo dijo Platón: “Aprendiendo a morir se aprende a vivir mejor”.
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