DEMOCRACIA "BARULLU" O... REGRESO A LA VIEJA MANERA DE HACER POLÍTICA

 

Decía Montesquieu que el juego nos gusta porque halaga nuestra avaricia, es decir la esperanza de poseer más. Llamamos juego a la política porque pareciera que la política es un juego, aunque la sociedad en general está más de acuerdo con Pío Baroja, al que la política le parecía más un juego sucio entre compadres. Tremenda definición si es que la dijo porque el noble arte de la Política es algo sin el cual difícil, casi imposible, resultaría la convivencia. Hoy todos los diarios regionales recogen las declaraciones que ayer el señor Barbón pronunció en su visita a la Feria de Muestras de Gijón con respecto a la situación que se está viviendo en la agrupación local de su partido, donde ostenta la responsabilidad de secretario general. Dijo el señor Barbón “Lo que la FSA pide es estabilidad, experiencia y esperanza y no voy a dedicar ni un minuto de mi vida al ombliguismo político y cuando los compañeros lo tramiten (la recogida de firmas para impulsar las primarias) veremos si cumplen o no los estatutos”, ha apuntado tras subrayar que, como secretario general, su “única obligación” es garantizar el cumplimiento de dicha normativa. Barbón ha recordado además que fue la candidatura de González la que ganó las elecciones municipales de 2019 y recuperó la alcaldía perdida en 2011 después de que el PSOE se hubiera “desconectado de la ciudadanía” y ha advertido de que “el barullo” es lo que no da garantías de mantener la confianza de los votantes y más en un momento en el que mucha “lo está pasando mal”.

Lo primero que tengo que decir, es que a los políticos no hay que juzgarlos por lo que dicen, sino por lo que hacen. La situación que se vive en la agrupación de Gijón es un capítulo más de una larga batalla donde confluyen intereses contrapuestos de la militancia, que a la ciudadanía no le importan, pero sirven para calibrar donde está la frontera del interés general del interés particular en dicho partido. En un partido político conviven muchos intereses, la mayoría son confesables otros por el contrario hay que esperar a que la persona militante llegue a la moqueta del poder para poder verlos. En Gijón, esta batalla se viene manteniendo de hace años, tuvo un hito importante en las primarias de la agrupación local que se celebraron en abril de este año. En ese duelo democrático, el señor Monchu García obtuvo un total de 394 votos (52,81%) frente a la de su rival, Iván Fernández Ardura, candidato de la alcaldesa Ana González y el señor Barbón, que cosechó 346 votos (46,38%). En el año 2017 que se enfrentaron, la diferencia a favor de Ardura fue de 27 votos, pero en esta ocasión la candidatura de Monchu García ha resultado ganadora por 48 votos. Por lo tanto, esta batalla no es fruto de un calentón de verano. Recordado los antecedentes, dice el señor Barbón “que todos los alcaldes que decidan optar a la reelección tendrán el apoyo de la FSA”. A lo cual hay que decirle, nada nuevo que no vengan en sus estatutos de partido, su obligación es el cumplimiento de las normas que rigen el mismo. Otra cuestión es, qué si el 50% de la militancia más uno, deciden que se celebren primarias, se coarte el derecho a que se celebren. Todos los hechos que están percibiendo la ciudadanía por lo que se declara en prensa, no son más que las escaramuzas entre los bandos que acabaran en un hecho, ¿hay suficiente mayoría en esa agrupación para celebrar primarias o no? Sin embargo, la polémica y defensa de posiciones de ambos bandos ya dejan entrever, cuales son los principios democráticos que guían a cada una de las partes. 

Todo este ruido inútil previo, con respecto a quien será el candidato de dicho partido distrae los problemas y circunstancias de una ciudadanía a la que la vida interna de los partidos no les importa, salvo cuando perciben qué para mantenerse en la política y sus privilegios, se enfundan en razones que van contra precisamente esa democracia que dicen defender. Por lo tanto, yo como ciudadano sin adscripción política, si llamaría “barullo” a los escarceos de la batalla electoral, como por ejemplo, la imagen que ayer reflejaba la prensa de la alcaldesa acompañada por el sequito de concejales afines a sus postulados a la reunión de la agrupación local, pero de ninguna manera llamaría “barullo” a lo que es un derecho de toda persona (militante) a expresar sus preferencias si vienen recogidas en unos estatutos y son motivo por ser mayoritarias de expresarse libremente.

El regreso a la “vieja política” que algunos pretenden imponer cuando dicen “en política hay momentos para la libertad de elegir y momentos para la responsabilidad de conseguir los objetivos deseados (sic Antonio Trevín) raya lo pornográfico, si tenemos en cuenta que los ciudadanos, son mayores de edad y se les presupone el suficiente sentido común para saber aquello que es bueno o malo, tanto para sus intereses como para los de la ciudadanía, cuando tengan que representar los mismos en un gobierno (local, regional o nacional). La “vieja política” es algo a desterrar por superflua y fatua a los intereses de la ciudadanía, sin embargo, es a lo que algunos políticos nos tienen acostumbrados con sus propuestas de resolución de problemas a los que nos vemos expuestos los ciudadanos. Cuando uno escucha a los políticos hablar parece un juego de niños lo que muchas veces dicen, y si uno analiza lo que dicen se da cuenta que realmente parece un juego, pero muy serio, porque de su resultado depende el mejor o peor vivir de los ciudadanos. Por lo tanto, limitar el empoderamiento de la ciudadanía a través de las organizaciones políticas no es una opción para nadie que se llame demócrata. Solo aquel que teme de verdad a la democracia, pondrá todos los impedimentos posibles para que los ciudadanos (militantes) no pueda arrebatarle sus bajos instintos.

Las cosas a veces son como son, pero tal vez los políticos que están en ejercicio deberían de extraer las conclusiones de sus errores, ya que facilitaría la solución a aquellos problemas que erosionan el sistema de gobierno que nos hemos dado. De otra forma seríamos ingobernables, pero cuando uno ve y percibe los errores que se cometen cuando asoman los procesos electorales en las formaciones políticas, uno espera que él árbol no nos impida ver el bosque, ya que si las cosas están mal todavía se pueden poner peor. Por lo tanto, para terminar el post quiero decir que bienvenido el “barullo”, si con ello conseguimos que el ciudadano decida su futuro y no los regímenes autocráticos que asolan algunos partidos, que dicen ser democráticos (sistema de gobierno que concentra el poder en una sola persona cuyas acciones y decisiones no están sujetas ni a restricciones legales externas, ni a mecanismos regulativos de control popular) … La ciudadanía es sabia y lista de lo que sucede y percibe, tomen nota.

Ya lo dijo Antonio Gala: “La dictadura se presenta acorazada porque ha de vencer. La democracia se presenta desnuda porque ha de convencer”.

 

 

 

 

 

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