ASTURIAS: TURISTAS BIENVENIDOS, VECINOS EXPULSADOS

 

El mercado inmobiliario español ha alcanzado un nuevo hito al superar, quince años después, los máximos de la burbuja inmobiliaria. El precio medio de la vivienda se sitúa ya en 2.153 €/m², lo que supone un incremento interanual del 12,1% y un ritmo de subida que acumula cuatro trimestres consecutivos con alzas de doble dígito. Aunque en términos reales —descontando la inflación acumulada— los valores siguen un 37% por debajo del pico de 2008, la presión en el mercado actual se traduce en dificultad para acceder a la vivienda, especialmente en regiones como Madrid y Baleares, donde los precios superan ampliamente los 3.500 €/m². En contraste, Extremadura se mantiene como la zona más asequible bit.ly/440p5Sv

Este contexto de tensión inmobiliaria se refleja con especial claridad en ciudades como Gijón, donde un reciente estudio elaborado para el Principado y basado en indicadores sociodemográficos, económicos, de acceso a servicios y del parque de vivienda, ha identificado diversas zonas de alta vulnerabilidad urbana. Barrios como Santa Bárbara, partes de Ceares, Nuevo Gijón, Pumarín, El Llano, Montevil o Contrueces encabezan los niveles más elevados de vulnerabilidad. Las causas son variadas: envejecimiento poblacional, tasas elevadas de paro, dependencia de prestaciones, edificios antiguos y desigual acceso a servicios ciudadanos.


 

Ante este panorama, el Principado reclama al Ayuntamiento la cesión de suelos municipales para construir vivienda pública, una medida que el Consistorio condiciona a compromisos concretos de plazos y financiación, evidenciando la falta de sincronía entre administraciones justo en un momento de fuerte tensión del mercado.

En paralelo, los locales comerciales en las principales calles españolas siguen encareciéndose. Ejes como Passeig de Gràcia o Serrano continúan entre los más caros del mundo, con alquileres superiores a los 3.300 €/m² al año y tasas de disponibilidad por debajo del 3%. Este dinamismo comercial, impulsado por la expansión de las grandes firmas y el turismo, se replica también en ciudades como Málaga, Valencia o Sevilla, donde la escasez de oferta y el interés de las marcas disparan aún más los precios.

Mientras tanto, en Asturias, el presidente Barbón destaca que el turismo y la hostelería se han consolidado como motores esenciales del desarrollo económico regional, generando 47.000 empleos, 2.800 millones de euros y más de 2,8 millones de visitantes al año. El Gobierno regional apuesta por un modelo turístico sostenible, alejado de la masificación y basado en la conservación del entorno natural, considerado uno de los principales atractivos del Principado bit.ly/3LSCSEc

Conexión: cómo la crisis de vivienda puede limitar el desarrollo turístico de Asturias

La escalada del precio de la vivienda en España y las tensiones inmobiliarias en zonas urbanas vulnerables, como parte de Gijón, tienen un impacto directo sobre el futuro del turismo asturiano, aunque pueda parecer un fenómeno independiente.

  1. Dificultad para que trabajadores del turismo encuentren vivienda
    El crecimiento del sector turístico —47.000 empleos— exige una oferta estable de trabajadores en hostelería, limpieza, transporte, comercio y servicios.
    Sin embargo, si los precios de alquiler y compra siguen aumentando, especialmente en áreas urbanas como Gijón u Oviedo, estos profesionales tendrán mayores dificultades para residir cerca de los polos turísticos o en zonas céntricas bien conectadas.
  2. Competencia entre vivienda residencial y alojamiento turístico
    El propio estudio del Principado señala la presencia de pisos turísticos como un factor que incrementa la vulnerabilidad del parque inmobiliario.
    A medida que la demanda turística crece, más propietarios optan por destinar viviendas a uso turístico, reduciendo la oferta de vivienda habitual y empujando los precios al alza, como ya ocurre en ciudades donde el turismo es más fuerte.
  3. Impacto en la cohesión social y en barrios clave para el turismo
    Zonas históricas y culturales como Cimavilla, muy vinculadas al atractivo turístico de Gijón, aparecen catalogadas como muy vulnerables por la antigüedad de sus edificios y presión inmobiliaria. Sin medidas de regeneración urbana y vivienda asequible, estos barrios podrían degradarse, afectando la imagen turística de la ciudad.
  4. La falta de vivienda pública dificulta un turismo sostenible
    El Principado insiste en ampliar el parque público para garantizar un equilibrio urbano. Pero la disputa con el Ayuntamiento por la cesión de suelo retrasa estas soluciones. Un turismo sostenible —la bandera del Gobierno asturiano— requiere también sostenibilidad social: que los residentes puedan vivir dignamente, que no se expulse población y que la actividad turística no se convierta en un elemento que genere tensión adicional.
  5. Posible freno al crecimiento turístico fuera de temporada
    Uno de los objetivos clave del Gobierno asturiano es atraer visitantes fuera de la temporada alta. Pero lograrlo pasa por asegurar servicios, personal disponible todo el año y barrios urbanos bien conectados y habitables. Si la vivienda sigue encareciéndose y aumentando la vulnerabilidad urbana, este equilibrio será más difícil de mantener  bit.ly/49oJIv1

El auge del precio de la vivienda en España y la creciente vulnerabilidad urbana en ciudades como Gijón no son fenómenos aislados: pueden convertirse en un obstáculo importante para el desarrollo turístico de Asturias. Un sector turístico fuerte necesita estabilidad residencial, trabajadores con vivienda accesible, barrios bien conservados y planes de vivienda pública eficaces. Si estas condiciones no se garantizan, la expansión turística —uno de los motores económicos más relevantes de la región— puede verse limitada, tanto en su capacidad de crecimiento como en su sostenibilidad social y territorial.

En Llanes se vive hoy una situación dramática mucho peor que el resto de España en materia de vivienda: los precios no dejan de subir y se alejan cada vez más de la capacidad económica de la población local. El concejo, muy atractivo como destino turístico y como lugar de segunda residencia, ha visto cómo la demanda externa empuja al alza el coste de compra y alquiler, situando el metro cuadrado por encima de los dos mil euros en muchas zonas. Esta presión inmobiliaria dificulta que los trabajadores del propio municipio —especialmente los vinculados al turismo, la hostelería y los servicios— puedan acceder a una vivienda cercana a su lugar de trabajo.

La combinación de segundas residencias, viviendas turísticas y oferta limitada agrava la falta de opciones para los residentes habituales, generando un escenario en el que vivir en Llanes es cada vez más complicado para quienes sostienen la actividad económica durante todo el año. En definitiva, el encarecimiento del mercado inmobiliario amenaza la sostenibilidad social y laboral del concejo, reproduciendo a escala local el mismo problema de accesibilidad a la vivienda que se observa a nivel nacional.

En Asturias —y en buena parte de España— muchos ciudadanos sienten que existe un profundo desencuentro entre la realidad que viven y la actuación de quienes les gobiernan. Se percibe una clase política alejada de los problemas cotidianos, atrapada en dinámicas partidistas que poco tienen que ver con las necesidades urgentes de la población, como el acceso a la vivienda, los salarios o la falta de oportunidades.

Por un lado, determinados sectores de la derecha, representados por formaciones de la derecha extrema como, PP o Foro en Asturias, se muestran más centrados en defender los intereses de quienes financian y sostienen sus campañas que en atender las demandas de la ciudadanía. Su deriva hacia posiciones más extremas, afines a la extrema derecha de Vox o grupos locales como VecinosxLlanes, los ha convertido en fuerzas que priorizan la confrontación y la protección de determinados privilegios antes que el bienestar general. Esa actitud, percibida por muchos como ajena a las necesidades reales del territorio, alimenta la sensación de que actúan de espaldas a la sociedad.

Por otro lado, una parte de la izquierda asturiana aparece como titubeante y excesivamente prudente, temerosa de asumir posiciones firmes que puedan generar conflicto político. En su intento por complacer a todos, acaba por no satisfacer verdaderamente a nadie. Esta falta de determinación les sitúa a menudo a remolque de los acontecimientos, incapaces de liderar respuestas contundentes a los problemas que afectan a la población, desde la crisis de vivienda hasta la vulnerabilidad laboral o la despoblación rural.

El resultado es un clima político en el que buena parte de la ciudadanía experimenta una mezcla de frustración y desafección, convencida de que los partidos, ya sea por intereses particulares o por falta de valentía, no están a la altura de los desafíos reales que enfrenta Asturias.

Para terminar el post quiero decir que lo verdaderamente para la ciudadanía no es solo la subida del precio de la vivienda o la precariedad que se extiende, sino la constatación de que quienes deberían encarar estos problemas parecen vivir instalados en una burbuja propia, ajena a la realidad diaria de la gente común. La política asturiana —como la española— se ha convertido en un escenario donde unos se enrocan en la confrontación estéril y otros se refugian en la indefinición, mientras los problemas urgentes se acumulan sin respuesta.

La derecha se ha dedicado durante años a defender intereses ajenos al bien común, en un juego de prioridades donde los ciudadanos parecen siempre los últimos en la lista. Pero tampoco la izquierda asturiana ha estado a la altura: su miedo a desagradar, su lentitud en reaccionar y su incapacidad para liderar con firmeza han dejado a la ciudadanía sin un referente claro que enfrente la crisis social y territorial que atraviesa Asturias.

Hoy, lo que más debería avergonzar a toda la clase política —sin excepción— es que el país avanza por inercia mientras ellos discuten entre sí, incapaces de ofrecer soluciones reales, de tomar decisiones valientes o de asumir el coste político de defender a quienes más lo necesitan. Mientras tanto, miles de ciudadanos continúan viviendo con la sensación amarga de que, gobierne quien gobierne, sus problemas seguirán sin resolverse.

En una tierra que lucha por mantener población, empleo y vivienda digna, el inmovilismo y la complacencia institucional no son solo un error: son un lujo que Asturias ya no puede permitirse.

Ya lo dijo Marco Aurelio: “La política es el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ASTURIAS: TURISTAS BIENVENIDOS, VECINOS EXPULSADOS

  El mercado inmobiliario español ha alcanzado un nuevo hito al superar, quince años después, los máximos de la burbuja inmobiliaria. El p...