COMO SE DESHACE UN MUNICIPIO: EL “CASO LLANES”

 

En los últimos años —especialmente desde la pandemia del año 2020— se han producido cambios significativos en las dinámicas de movilidad de personas, trabajadores y empresas que están favoreciendo al Principado de Asturias. Tres fenómenos excepcionales confluyen al mismo tiempo:

  1. un saldo migratorio positivo y sostenido, tanto respecto al extranjero como al resto de España;
  2. un saldo laboral también positivo, que convierte a Asturias en receptora neta de trabajadores por primera vez en décadas;
  3. un saldo empresarial favorable, ya que más empresas trasladan su domicilio social hacia la región que las que se marchan.

En términos poblacionales, la llegada de inmigrantes —especialmente intensa desde el año 2022— detuvo una racha de trece años de pérdida demográfica. En 2023 el saldo migratorio alcanzó su punto máximo reciente, con 11.986 habitantes ganados, en su mayoría extranjeros. Funcas destaca en su informe que ha elaborado que Asturias presenta uno de los mayores incrementos de inmigración del país entre 2022 y 2025, con un aumento del 45,8%, el más alto entre todas las comunidades. Paralelamente, por primera vez en décadas, Asturias ha registrado dos años consecutivos de ganancia de población española procedente de otras comunidades, según SADEI.


 Foto: "Pinocho" Riestra, el fascista que hoy asola desde la alcaldía el municipio de Llanes

El atractivo de Asturias se explica por factores como la crisis de la vivienda en las grandes ciudades, donde los precios se han disparado. A pesar del encarecimiento general, la vivienda en Asturias sigue siendo un 24% más barata que la media nacional, lo que, junto al clima, la calidad de vida y los servicios públicos, aumenta su magnetismo. Aun así, el empleo continúa siendo la clave fundamental en las decisiones migratorias.

En el ámbito laboral, el impacto positivo de la inmigración es evidente. La población activa ha crecido notablemente gracias al aumento de residentes extranjeros. Desde 2021, la tasa de actividad ha subido 1,75 puntos, muy por encima del avance medio español. Aunque Asturias sigue teniendo la tasa más baja del país (52,47%), la brecha se ha reducido como pocas veces antes. La inmigración aporta 6 de cada 10 nuevos trabajadores activos. Además, Asturias encadena varios meses con aumentos de afiliación a la Seguridad Social superiores a la media estatal.

Otro hito importante es que, por primera vez en al menos 20 años, entran en Asturias más asalariados de otras regiones (5.120 en 2024) de los que se marchan (4.874). La mayoría procede de Madrid y Castilla y León, con un crecimiento del 37% desde 2021.

También el tejido empresarial refleja esta tendencia positiva. Según Informa D&B, Asturias es una de las siete comunidades que ha logrado dos años consecutivos de ganancia neta de empresas: entre enero y agosto de 2025, 89 compañías trasladaron su sede a Asturias, frente a 48 que se marcharon. Son en su mayoría pequeñas empresas (facturación inferior a 900.000 €) y el 70% procede de Madrid, lo que refuerza la idea de que cada vez más ciudadanos y negocios de la capital eligen Asturias para vivir, trabajar e invertir bit.ly/3MkKCPL

Durante los últimos datos analizados (2024–inicios de 2025), Asturias muestra una tendencia general de recuperación poblacional, aunque muy desigual según municipio. El Principado supera ya los 1.016.995 habitantes, con 529.948 mujeres y 484.164 hombres. El crecimiento anual (+4.513 habitantes) se explica sobre todo por la llegada de población nacida en el extranjero, que compensa la baja natalidad y el envejecimiento estructural.

A nivel municipal, se observa una clara división territorial:

  • las áreas urbanas y periurbanas continúan atrayendo población,
  • mientras que buena parte del territorio rural mantiene una pérdida sostenida de habitantes.

Los concejos más dinámicos demográficamente son los del eje central y la costa. Destacan:

Municipio

Incremento

Oviedo

+2.658 habitantes

Gijón

+1.271 habitantes (hasta 270.219)

Siero

+348 habitantes (52.514)

Villaviciosa

+300 habitantes (15.310)

Langreo

+277 habitantes (supera los 38.000)

En total, 22 concejos asturianos registraron crecimiento en 2024. Estos aumentos se vinculan a la concentración de servicios, empleo, educación y vivienda vinculada a las áreas metropolitanas.

En contraposición, una parte significativa del medio rural continúa registrando descensos. En los últimos datos disponibles destacan pérdidas en:

Concejo

Variación reciente

Llanes

−69 habitantes

Parres

−29 habitantes

Morcín

Caídas acusadas (<5.000 hab.)

Riosa

−47 habitantes

Nava

−45 habitantes

Quirós

−29 habitantes

Belmonte de Miranda

−27 habitantes

Salas

−26 habitantes

Somiedo

−19 habitantes

Teverga

−18 habitantes

Proaza

−4 habitantes

En 2023, un total de 56 concejos asturianos perdieron habitantes, confirmando la tendencia regresiva en la mayor parte del territorio interior y montañoso. Además, 23 municipios han sido clasificados oficialmente como “en riesgo de despoblación”, según la Ley del Principado de Asturias 2/2024. Esta categoría afecta a los concejos con menor densidad, fuerte envejecimiento, baja natalidad y pérdidas acumuladas.

La conclusión es que el Principado de Asturias presenta una recuperación demográfica moderada, pero profundamente desigual. Mientras ciudades como Oviedo, Gijón y Siero continúan creciendo y consolidándose como polos de atracción, amplias zonas rurales siguen experimentando pérdida de población y envejecimiento progresivo. La nueva clasificación oficial de concejos en riesgo se orienta precisamente a canalizar recursos y medidas para frenar esta tendencia.

Si hay un municipio que lleva más de una década inmerso en una profunda regresión demográfica, ese es Llanes. Los últimos datos publicados este año —los mismos que señalan a los concejos que más población pierden en Asturias— lo confirman con claridad: Llanes figura entre los municipios que siguen encogiendo, incapaz de retener población estable y cada vez más dependiente de un modelo económico y urbanístico que expulsa más de lo que integra. La aprobación provisional del nuevo PGOU de Llanes por el gobierno fascista de, VecinosxLlanes y PP, ha reabierto un profundo debate sobre el futuro urbanístico, social y demográfico del concejo. Presentado por el gobierno local como un plan “sostenible” y “equilibrado”, el documento revela, según las cifras del propio planeamiento, un modelo que amplía de forma extraordinaria la capacidad edificatoria sin priorizar la vivienda pública ni la protección del residente. En un municipio que ronda los 13.500 habitantes, el plan permite la construcción de 5.862 nuevas viviendas, lo que equivale a crear capacidad para albergar casi otro Llanes completo y aumentar en un 36% el parque residencial existente. Este crecimiento, por su magnitud, se ajusta más al mercado de segunda residencia y al uso turístico que a las necesidades reales de la población que vive y trabaja todo el año en el concejo.


  Foto: concejales del gobierno fascista del Ayuntamiento de Llanes

La distribución de estas viviendas refleja también un sesgo estructural: solo 246 serán de vivienda protegida, es decir, un 4,2% del total. Aunque el plan cumple formalmente con el 30% de reserva en suelo urbanizable, la mayor parte del crecimiento —más de 3.300 viviendas— se desplaza hacia los pueblos y núcleos rurales, donde la ley no obliga a reservar VPO. El resultado es que la vivienda asequible queda reducida a cifras simbólicas, dejando a jóvenes, trabajadores del sector servicios y familias con recursos limitados sin opciones reales para permanecer en el municipio.

El modelo territorial que impulsa el PGOU del gobierno municipal fascista profundiza en un crecimiento disperso y de baja densidad, contrario a los principios actuales de compacidad y eficiencia. Concentrar miles de viviendas en zonas rurales, lejos de centros educativos, equipamientos y empleo, encarece la vida diaria de quienes menos tienen: más dependencia del coche, más gastos y mayores dificultades de conciliación. Un modelo asumible para quien dispone de ingresos altos o segunda residencia, pero que penaliza a quienes viven de su salario local.

Todo ello se agrava por la relación entre el PGOU y la futura regulación del uso turístico. Aunque existe una moratoria y un plan especial para controlar las viviendas de uso vacacional, el enorme potencial edificatorio podría volcarse fácilmente hacia el mercado turístico si esas restricciones se relajan en el futuro. Y si se mantienen estrictas, la falta de un parque público de alquiler mantiene el problema intacto: la promoción privada seguirá dirigiéndose hacia quien puede pagar precios altos.

La tramitación del plan urbanístico refuerza esta sensación de desconexión con la ciudadanía. Miles de alegaciones han sido parcialmente aceptadas en la primera fase, pero muchas menos en la segunda, dando la impresión de que las grandes decisiones estaban cerradas desde el inicio. Un sectarismo político que llevan demostrando desde hace más de diez años con sus mentores de AVALL, los mayores enemigos de Llanes y los llaniscos. Además, la prolongada inestabilidad urbanística de Llanes —planes anulados, normas provisionales y advertencias del Principado— ha castigado especialmente a quienes menos recursos tienen, incapaces de navegar por procedimientos técnicos complejos sin ayuda profesional.

En este contexto, la respuesta política tampoco ha contribuido a mejorar la percepción social. La oposición socialista, pese a criticar el plan, optó finalmente por la abstención en un momento decisivo, lo que muchos vecinos interpretan como una renuncia a articular una alternativa sólida en materia de vivienda y ordenación territorial.

En conjunto, el PGOU de Llanes refleja un modelo que prioriza el atractivo turístico y la inversión inmobiliaria frente a las necesidades del residente. Amplía enormemente la edificabilidad sin garantizar vivienda asequible, promueve un crecimiento disperso que encarece la vida de quienes menos tienen y deja en manos de futuras decisiones políticas el equilibrio entre uso residencial y turístico. Para un concejo que ya encabeza la pérdida de población en la comarca, la planificación urbanística se convierte así en un factor determinante que puede agravar aún más la expulsión de vecinos y la transformación del municipio en un espacio estacional.

El futuro de Llanes, tal y como queda planteado en este PGOU, no depende solo de los recursos económicos o de las tendencias del mercado turístico, sino de quién y cómo gobierna su urbanismo. Y de si la ciudadanía, la administración autonómica y la oposición son capaces de corregir un modelo que, de mantenerse, condicionará el perfil social del concejo durante las próximas décadas.

La evolución reciente de la población activa en Asturias refleja un escenario autonómico dinámico: crece la población residente, aumentan los trabajadores y las empresas, sube la tasa de actividad y, por primera vez en décadas, la región recibe más asalariados de otras comunidades de los que pierde. Sin embargo, en medio de esta recuperación generalizada, Llanes aparece como una excepción evidente: mientras el Principado avanza, el concejo continúa perdiendo habitantes, reduciendo su población activa y profundizando una tendencia regresiva que ya supera la década.

Esta divergencia no es fruto de la casualidad. Está estrechamente vinculada al modelo urbanístico, económico y residencial que se ha impuesto en Llanes y que el nuevo PGOU del gobierno fascista de Vecinos y PP — han aprobado provisionalmente— no solo no corrige el problema, sino que lo refuerza.

Los últimos datos demográficos sitúan al concejo entre los que más población pierden en Asturias, con una caída anual de 69 habitantes. En un territorio ya afectado por el envejecimiento acelerado y la marcha constante de jóvenes, estas pérdidas impactan directamente en la población activa. Quienes deberían sostener el mercado de trabajo encuentran múltiples barreras: dificultad para emanciparse, vivienda inaccesible, salarios locales incapaces de competir con la demanda externa y un mercado laboral altamente estacional.

El peso económico de Llanes recae casi por completo en el turismo, la hostelería, el comercio estacional y las segundas residencias. Se trata de sectores que generan empleo temporal, salarios bajos y escasa estabilidad, lo que obliga a muchos jóvenes y trabajadores cualificados a buscar oportunidades en otros municipios como son los municipios centrales de Asturias, Posa Siero, Gijón, Oviedo o LLanera. A su vez, la llegada de residentes no activos —jubilados, propietarios de viviendas de temporada, inversores— diluye aún más la base laboral del concejo.

El PGOU aprobado agrava esta situación. Autoriza la construcción de 5.862 nuevas viviendas, un aumento del 36% del parque residencial, pero solo 246 viviendas serán de protección oficial. El resto estará orientado, de facto, a la segunda residencia y al uso turístico. Además, la mayor parte de este crecimiento se desvía hacia núcleos rurales sin transporte público ni servicios suficientes, encareciendo la vida diaria de quienes necesitan desplazarse para trabajar. Para quienes cuentan con ingresos modestos, este modelo implica más gastos, más dificultades y un incentivo añadido para abandonar el concejo.

A ello se suma la prolongada incertidumbre urbanística que ha caracterizado Llanes durante más de una década: planes anulados, normas provisionales y advertencias del Principado que han frenado la inversión empresarial estable y dificultado el emprendimiento. Mientras Asturias captaba empresas procedentes de Madrid y otras regiones, Llanes quedaba rezagado por su falta de claridad urbanística y de modelo económico.

El resultado es una población activa cada vez más débil, más reducida y más envejecida. Los factores se retroalimentan: menos población activa implica menos empleo estable; menos empleo estable aumenta la dependencia del turismo; esa dependencia dispara los precios de la vivienda; y los precios elevados expulsan a la población activa restante. Un círculo vicioso que amenaza la sostenibilidad futura del concejo.


 Foto: concejales socialistas de la oposición, la tristeza e impotencia con rostro frente al fascismo que hoy gobierna Llanes

En conclusión, mientras Asturias avanza hacia una etapa de recuperación demográfica y laboral, Llanes recorre el camino opuesto. Su población activa se erosiona por la falta de vivienda asequible, la estacionalidad del empleo, la presión turística y la ausencia de un modelo urbanístico orientado al residente. Si esta tendencia no se corrige, que no parece mientras el fascismo campe a sus anchas ante un PSOE ensimismado en sus miserias, la brecha con el resto del Principado seguirá ampliándose, comprometiendo no solo el presente laboral y social del concejo, sino también su viabilidad a medio y largo plazo como municipio vivo y habitado durante todo el año.

Para terminar el post quiero manifestar que un municipio que no se adapta al nuevo escenario demográfico y residencial no se queda quieto: retrocede. Eso es, en el fondo, lo que está en juego hoy en Llanes y en tantos concejos de la España envejecida: decidir si quieren seguir siendo lugares donde se vive o simples escenarios donde otros vienen a consumir paisaje, temporadas y recuerdos. Cuando la planificación urbanística ignora la realidad social —salarios bajos, precariedad, envejecimiento, dificultades para emanciparse— no es neutral: se pone del lado de quienes pueden pagar y se desentiende de quienes solo tienen su nómina para sostener su vida.

El caso de Llanes es paradigmático de un problema mucho más amplio. En un contexto en el que Asturias, y buena parte del país, han encontrado en la inmigración, en la llegada de nuevos trabajadores y en la atracción de empresas una vía de reactivación, hay municipios que siguen apostando por un modelo del siglo pasado: más ladrillo, más dispersión, más vivienda de temporada, menos arraigo, menos vida todo el año. Esa decisión no solo vacía escuelas, consultas médicas o comercios en invierno; desmonta silenciosamente el tejido cívico que convierte a un territorio en comunidad: asociaciones, clubes deportivos, redes de apoyo, memoria compartida.

La combinación de demografía adversa y vivienda inaccesible es letal. Primero se van los jóvenes porque no pueden alquilar ni comprar. Después se va el talento porque no encuentra empleo estable. Luego cierran negocios porque no hay clientela suficiente fuera del verano. Finalmente, el municipio queda atrapado en una economía de temporada donde casi todo gira en torno al turista, y el residente permanente se convierte en una rareza. No es una hipótesis teórica: es la trayectoria ya visible en muchos pueblos costeros y de interior que confundieron crecimiento urbanístico con progreso y hoy pagan el precio de haberse diseñado para otros y no para sí mismos.

El PGOU de Llanes, tal como está planteado, encaja exactamente en esa lógica: multiplica el techo, pero no los derechos. Amplía la capacidad de construir, pero no la capacidad de quedarse. Aumenta el parque de viviendas, pero no el parque de viviendas accesibles. Abre la puerta a más presión turística, pero no garantiza ni empleo estable ni alquileres asumibles para quienes sostienen el día a día del concejo. Y, sobre todo, consolida un mensaje devastador para la población activa llanisca: aquí hay sitio para tu trabajo en verano, pero no para tu vida todo el año.

El problema de fondo, sin embargo, trasciende a Llanes. Cualquier municipio que ignore las señales como los fascistas de Vecinos y PP que hoy gobiernan en Llanes —pérdida de población, envejecimiento, expulsión de residentes por el precio de la vivienda, dependencia excesiva de un solo sector— está cavando su propia fosa demográfica. La planificación urbana y de vivienda ya no puede ser un ejercicio de reparto de aprovechamientos o de favores: se ha convertido en la línea que separa a los territorios que tendrán futuro de los que quedarán como decorado vacío.

En ese sentido, el caso llanisco funciona como advertencia: cuando los planes generales se diseñan de espaldas a la mayoría social, cuando se sacrifica la vivienda asequible en nombre de la rentabilidad inmediata, cuando no se protege a quienes sostienen el municipio con su trabajo y sus impuestos, el resultado no es solo injusto: es suicida. Porque un concejo sin jóvenes, sin trabajadores, sin familias que puedan quedarse, es un concejo condenado a convertirse en lo que muchos ya temen para Llanes: un lugar hermoso para visitar… y cada vez más difícil para vivir.

Ya lo dijo Jane Jacobs: “Las ciudades que olvidan a quienes las habitan acaban vacías incluso cuando parecen llenas.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LA OPOSICIÓN DEL RUIDO: CUANDO PP Y VOX CRITICAN LO QUE ESCONDEN

  El Gobierno del Principado de Asturias ha presentado el proyecto de presupuestos para 2026, que totalizan unos 6.993 millones de euros ,...