El 29 de noviembre se resolvió el dilema que tenía el PP en la comunidad asturiana, el candidato a la presidencia del Principado será, Diego Canga Fano. Tras meses de despropósitos como los llevados a cabo por, Teresa Mallada o Álvaro Queipo, postulándose como candidatos hasta que Génova se puso seria y obligándoles a plegar las orejas ante Núñez Feijóo. Si algo ha quedado claro, es que el PP de Asturias no pinta un pimiento en el partido a nivel estatal, como hoy recoge la prensa en muchos de los cuadros asturianos la designación les ha cogido con los pantalones por los tobillos. Una vez lanzado el “paracaidista”, Diego Canga, al ruedo del PP, Partido el partido convocará a sus órganos internos, concretamente el Comité Ejecutivo, para postular al candidato Canga a la presidencia del Principado. La decisión pretende así ratificar al presidente Feijóo en su decisión con la bendición de los palmeros del partido en Asturias. Hay que recordar que quien tiene estatutariamente la última palabra para designar a los candidatos autonómicos y de capitales de provincia es Feijóo. Ahora los actuales miembros del PP en la dirección regional anuncian a los asturianos que el nombre del “paracaidista”, era “vox populi” en los cenáculos del partido a la hora de elegir candidato. Sin embargo, los hechos desmienten de forma rotunda dichas afirmaciones, ya que dicho nombre nunca circulo de forma pública entre los posibles candidatos en la prensa. Teresa Mallada, portavoz parlamentaria, lo reconocía esta mañana en los pasillos de la Junta al señalar que el nombre de Diego Canga había estado en las conversaciones con la dirección nacional y que esas opciones puestas sobre la mesa “se habían escuchado”. También el secretario general del Partido Popular, Álvaro Queipo, ha señalado que la elección de Canga parte también de planteamientos expresados desde Asturias, por “muchas personas”, lo que llevó a que Génova se inclinase por un perfil “respaldado y repetido por las personas que tienen peso en este partido”. En este sentido, esas consultas apuntaron a Canga, un nombre que, recalcó Queipo, “tiene su origen en Asturias”. La reunión del comité regional ha sido convocada con carácter urgente para mañana miércoles, a las seis de la tarde. El orden del día incluye la propuesta de Diego Canga como candidato autonómico para que sea elevada al Comité Electoral Nacional https://cutt.ly/a1WFw0H
Foto: Diego Canga Fano y Antonio Tajani
El alto funcionario de la UE, Diego Canga, llevaba un tiempo madurando la decisión. "No dejo Bruselas para quedar el segundo", indicó el que será candidato de los populares, y resaltó que "el PP de Asturias lleva casi cuarenta años quedando segundo y yo tomo esta decisión para ganar". Diego Canga recalcó además que en 2023 "toca ganar por el bien de Asturias". Nos dice el candidato Canga que ante la lucha electoral que se producirá con Adrián Barbón, "la alternancia es muy sana en democracia y yo pretendo ofrecer una alternativa para los asturianos". De cara a la cita electoral, expresó también su compromiso de "tratar de aglutinar al centro derecha" asturiano en torno a su candidatura autonómica. Ante esta afirmación es curioso su planteamiento, llega como candidato “paracaidista” a defender los galones de un PP asturiano, un partido descabezado y plegándose a lo que diga Feijóo y pide al resto del centro derecha que se ponga a su servicio. Quizás el resto de las fuerzas políticas de su ideología no tengan la obediencia debida que hay en su formación política. El respaldo sin fisuras que muestra su candidatura será precisamente una de las armas con las que contará Génova para lograr conformar una exhibición de unidad en torno al candidato https://cutt.ly/r1WF1hd
Se dice que un elector indeciso es aquel que, teniendo intención de acudir a las urnas, no tienen decidido todavía (en el momento de la encuesta electoral) el sentido de su voto, o se niegan a declarar el sentido de su voto futuro, en parte porque estima que el voto es secreto, en parte porque siente rubor a confesar su voto a determinadas opciones o candidatos políticos (“voto vergonzante”).
Durante las décadas de los años 70/80 las predicciones electorales basadas en las encuestas gozaron de una credibilidad generalizada, salvo excepciones. Las razones de este éxito relativo respondían en gran parte a la estabilidad básica de los sistemas políticos, de los sistemas de partidos y, justo es reconocerlo, a la mejora en las técnicas-instrumentos de predicción electoral demoscópica. El acierto generalizado en la predicción, a que se hace referencia, ha sido independiente a que los resultados supusieran estabilidad o cambio respecto a situaciones de equilibrio anteriores. Y esto era así, porque se consideraba que los comportamientos electorales solían responder, en su mayoría, a un patrón estable de racionalidad: las encuestas funcionan bien en un contexto de sistemas políticos consolidados y preferencias electorales conformadas moviéndose en el territorio intra sistémico con pautas altamente racionales, permitiendo predecir la substanciación de una opinión en un momento posterior ante las urnas.
Sin embargo, a partir de la década de los años 90 estos sistemas de predicción electoral comienzan a sufrir sobresaltos, con abultados errores en la predicción y la consiguiente pérdida de credibilidad de las encuestas electorales, ejemplos, (elecciones en Italia, Inglaterra, España, referéndum danés de integración en la UE...). Ello da lugar a una serie de preguntas que plantean unos interrogantes que se deben contestar por aquellos que concurren a los procesos electorales, preguntas tales como:
*¿Acaso están cambiando las pautas de comportamiento electoral de la sociedad?
*¿Han cambiado los contextos políticos y los valores culturales?
*¿Hemos de pensar en nuevas variables de orientación electoral o en sólo una variación en su peso?
*¿En qué medida las orientaciones políticas de carácter estructural ceden paso a pautas más contingentes y coyunturales (entorno de la elección, nivel de incertidumbre, sensación de utilidad del voto como premio/castigo). ¿Es decir, en qué medida el comportamiento del cuerpo electoral está basado más o menos en valores (fidelidades) abstractas (ideológicas) o más o menos basadas en circunstancias inmediatas-coyunturales (riesgos y oportunidades) de la elección que se intenta pronosticar?
*¿Siguen siendo válidas las técnicas de ajuste de las
predicciones que se sirven de las relaciones demostradas entre conducta electoral pasada
e intención de voto para ajustar los datos brutos, sobre todo cuando aparecen o
se redimensionan los partidos o agrupaciones electorales con escasa o nula
proyección electoral anterior?
El colectivo de indecisos en las encuestas electorales parece que va en aumento y, por tanto, la necesidad de utilizar métodos de adscripción a estos cada vez más precisos se hace evidente. En el marco político estable de las décadas de los años 70/80 sabíamos que aproximadamente el 80% de los votantes tenían tomada una decisión de voto o de abstenerse antes de la campaña electoral y que no solían alterar en el curso de esta. Sabíamos también, que entre el 70-85 % de los electores volvían a votar al mismo partido al que lo hicieron en la elección anterior, que aproximadamente un 10% cambiaba su intención de voto y otro 10% -indeciso al comienzo de la campaña- decidiría a lo largo de la misma. Considerando que estas cifras se han alterado en las últimas confrontaciones electorales, en el sentido de incremento del porcentaje de los que cambian su intención de voto y de los que se deciden a lo largo de la campaña y que los jóvenes que se incorporan al cuerpo electoral, que los que se abstienen no son siempre los mismos ni en los mismos tipos de elección, se deduce la gran importancia que el diseño y desarrollo de la campaña tiene en los resultados finales, dado que el espacio de eficacia potencial de las mismas se sitúa en torno a un tercio del electorado, si es que no lo sobrepasa.
El estudio pormenorizado del colectivo del cuerpo electoral que integran los indecisos es, un factor determinante en cualquier batalla electoral. Cualesquiera que sean las variables sobre las que gira el posicionamiento de estos y, sobre todo, de los indecisos de última hora (tirón final), se constituye en la llave para ganar/perder unas elecciones en ambientes de incertidumbre política, de cambio, que caracterizan a los marcos electorales español y europeos desde la década de los años 90. Las ocurrencias del PP (Génova), de dejar para última hora sus deberes electorales (conocimiento del candidato por el cuerpo electoral), no anticipan nada positivo en la próxima confrontación política que se celebrará el 28 de mayo del 2023. Su acción deja a la ciudadanía asturiana un mensaje nítido, los problemas a los que se ve expuestos les importan poco. La única preocupación que tienen es llegar al gobierno para como estamos viendo en otros sitios donde llegaron, desmantelar el estado de bienestar como sucede en las comunidades de, Madrid, Castilla-León, Murcia o Andalucía https://cutt.ly/J1ErKhW Los ¨paracaidistas” políticos raramente terminan siendo una buena opción, recordemos la salida de Pepu Hernández del Ayuntamiento madrileño por él PSOE. Más que sumar, este tipo de fichajes acaban siendo un añadido embarazoso. A partir del año 2014, muchos políticos se fueron a su casa arrollados por circunstancias que ni podían ni sabían controlar, porque en el fondo no las entendían. Hubo un relevo generacional con la entrada progresiva de nuevos políticos de Podemos, Ciudadanos y Vox que acercó a la política a la realidad a cambio de hacerla más agresiva y estigmatizadora como sucede con Vox. En este nuevo escenario surgido, lo que no cambió fue el ansia de los partidos de optar a la renovación a través de los fichajes de (presuntos) galácticos como él “paracaidista”, Cangas. Personas de las que se decía que venían de la sociedad civil para aportar un punto de vista más renovador y pegado a la calle. O simplemente eran gente muy conocida por su trayectoria en otro campo profesional como sucede con el candidato del PP. Evidentemente, en cada partido estos fichajes eran recibidos como un golpe maestro del líder, en este caso de Feijóo. Desde fuera, la prensa los miraba con escepticismo, ya que algunos con una sola entrevista dejaban ver las costuras o el pie del que cojeaban. El desembarco ante la sociedad ante la que concurren, tiene el hándicap en algunos casos de su desconocimiento sobre asuntos básicos que incumben al electorado. Este ha sido uno de los principales lunares que se han mostrado en algunos de estos fichajes estrella. A veces, suscitaban un cierto cariño condescendiente: este no sabe dónde se ha metido. El padrino del candidato Canga, Antonio Tajani, ha deseado suerte al español, que será el candidato del PP en las próximas elecciones autonómicas. Y lo ha hecho con la expresión italiana para desear fortuna: "In boca al lupo, caro Diego", que literalmente se traduciría como "en boca del lobo, querido Diego", pero que emplea la fórmula que significa "buena suerte". Sin embargo, el candidato Canga nos dice a los asturianos, “Dejo Bruselas para ganar” … Su optimismo es una carta a los reyes magos si uno tiene en cuenta los mimbres que le acompañan en este viaje en el que se ha embarcado y que llevan cuatro años de “performance” ante la ciudadanía asturiana como es el caso de, Teresa Mallada, Álvaro Queipo, etc.
Otros ejemplos de “paracaidistas” que se lanzaron con decisión desde el avión y acabaron estampados contra el suelo o con una pierna rota son numerosos en los partidos. Alguno hasta se quedó en la puerta sin saltar. El PP fichó a Daniel Lacalle, economista y rostro mediático por su presencia en tertulias televisivas, y lo puso en el cuarto puesto de la lista de Madrid en abril de 2019. Era el puntal con el que Casado quería plasmar la derechización del mensaje económico del PP. No llegó a tomar posesión del escaño y no apareció en la repetición electoral de noviembre. Con Rajoy, el partido había picado más alto al sumar a uno de los empresarios más conocidos, Manuel Pizarro, expresidente de Endesa, al que quizá pensaban nombrar ministro de Economía si ganaban las elecciones de 2008. El número dos de la lista que encabezaba Rajoy en Madrid se tuvo que conformar con la presidencia de una comisión del Congreso. Uno de los directivos más poderosos de España podía haberse convertido en la voz económica del PP, pero sólo se dedicó a ser la persona que daba la palabra a los diputados. Poco trabajo para tanto currículum. Duró menos de dos años.
Otro ejemplo más “gore” fue el de Marcos de Quinto. Rivera lo presentó entusiasmado como el fichaje del año. Lo vendieron como un directivo de éxito que iba a explicar cómo se crean de verdad puestos de trabajo en la economía. Muy pronto se vio que a la política vino a otra cosa en lugar de servir a los ciudadanos. Presumir de millonario en un país en el que el salario más frecuente es de 18.489 euros al año (dato de 2019). Lo que importaba es que De Quinto ni siquiera se molestaba en hablar de economía desde su cuenta de Twitter. Lo que le gustaba era el circo político que se producía con los parlamentarios de la izquierda empleando un estilo procaz y a veces insultante. Es lo que llamaríamos un matón de taberna.
Los “paracaidistas” políticos como, Diego Canga, llegan con la sonrisa “profiden” del triunfador y lo que ven en el avispero de la política es un mundo en el que no cuentan con herramientas con las que sobrevivir, máxime, si tenemos en cuenta que las hostilidades se abren nada más comprobar que la apuesta ha sido fallida para conseguir lo que se pretendía. Ahí es cuando el fichaje se convierte en lastre y el silencio cómplice que propicio su llegada se convierte en una hostilidad manifiesta ante unas personas que vieron relegadas sus voluntades y se comieron lo peor de la oposición para dejar a un advenedizo las presuntas mieles del éxito… Veremos lo que da de sí la nueva esperanza azul.
Ya lo dijo Charles Dickens: “Cada fracaso le enseña al hombre algo que necesitaba aprender”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario