El oscurantismo
fue una práctica medieval del clero y de los altos estamentos de la época que consistía en
bloquear la difusión del conocimiento, la razón y la cultura al resto del
pueblo. Es decir, el oscurantismo consistía en mantener a la población al
margen de todo conocimiento científico inspirado en la razón y en la
investigación. El oscurantismo se desarrolló a lo largo del tiempo, no
fue una práctica llevada a cabo en un periodo de tiempo corto ni puntual, sino
que fue algo que formaba parte de la vida de esa época, una característica más
del periodo que conocemos como Edad Media. En ese entonces, era
la iglesia y el teocentrismo los encargados de dictaminar qué era correcto y
qué no; qué información y conocimiento se permitía a la población y cuál no. En
definitiva, el oscurantismo posicionaba el dogma por encima de la razón.
Hoy se publica en un diario regional la noticia del
encuentro celebrado ayer en la sede del PP de Gijón donde se pusieron de manifiesto
las principales líneas del programa electoral del partido en materia sanitaria.
Intervino para defender el programa del PP de Asturias la número dos de la
lista por la circunscripción central, Pilar Fernández Pardo. Entre ellas
destaca la apuesta por "una gestión científico-técnica y no
ideológica", que considera que es clave para reducir las listas de
espera. "Es imprescindible una gestión científico-técnica para
reducir las inaceptables listas de espera, prescindiendo de la ideología que
domina la gestión socialista", señaló. Los integrantes de la
candidatura encabezada por Diego Canga están acudiendo a las juntas locales del
PP que se lo solicitan para explicar el programa electoral y responder a las
preguntas que al respecto les formulen los afiliados. Fernández Pardo
destacó que el objetivo de Diego Canga es "blindar el sistema
público de salud, que se encuentra en pleno descontento social, tanto de los
profesionales como de los usuarios", empezando para ello por
reducir las listas de espera.
El PP sostiene que hay "un 40 por ciento más de
pacientes en espera de una cirugía, una consulta o una prueba que en
2019", habiéndose incrementado también el tiempo de espera de los
afectados para ser atendidos, pasando de una media de 70 días en 2019 a 84 días
en la actualidad. El
PP recalca que las listas de espera "no paran de crecer",
poniendo como ejemplo que el número de intervenciones quirúrgicas pendientes ya
alcanza las 24.345 intervenciones. Otro de los compromisos del PP es reducir
el número de altos cargos en la Consejería de Sanidad y en el Servicio de Salud
del Principado, además de incrementar los recursos sanitarios en atención
primaria y especializada "y la utilización de las tecnologías de la
comunicación y la información para la mejora de la gestión clínica
asistencial". Además el programa del PP también plantea el redimensionamiento
de las plantillas de profesionales sanitarios en Asturias, atendiendo a las
recomendaciones de las sociedades científicas y las condiciones
sociodemográficas https://tinyurl.com/mvmxuhsf
Foto: Pilar Fernández Pardo y Pablo González en la sede del PP de Gijón, fuente: LNE
Fuente: LNE
Fuente: LNE
Fuente: Unespa
Fuente: Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP)
Lo primero que quiero manifestar es que la política del
PP tiene sus raíces y fundamentos en el oscurantismo feudal de la Edad
Media, dar a conocer a los asturianos la información sesgada, cocida y
manipulada de tal forma que se perciba la misma de forma distorsionada en el contexto
en el que se produce. Del tema sanitario he escrito diversos post en
el blog, https://tinyurl.com/y3fnu6nj,https://tinyurl.com/46xywkxp,https://tinyurl.com/3mvsbtsp,https://tinyurl.com/2ebu94d2,
https://tinyurl.com/mrycwjpr. En ellos hago una descripción
detallada de la situación por la que atraviesa la sanidad pública en Asturias
en relación al resto de comunidades de España. Lo primero que hay que decir para
entender el problema que atraviesan todas las comunidades con el servicio
público de salud, es que el sistema sufrió un grave estrés con la pandemia del Covid-19 que propicio que los
problemas que había se agudizasen, a la vez que surgieron nuevos problemas debido
a la urgencia sanitaria que supuso el problema del Covid-19. Un ejemplo de esto
último fueron el crecimiento de las listas de espera, las cuales se
incrementaron debido a las limitaciones que impuso el Covid en la planificación
y desarrollo de la actividad sanitaria.
El Covid-19 marcó un antes y
un después con respecto a la necesidad de protección de la población ante casos
extremos com él vivido con la pandemia. Fruto de esta situación, el año
2023 el presupuesto del gobierno asturiano para sanidad se verá incrementó en
315 millones de euros más que antes de la pandemia, según los
presupuestos aprobados por el gobierno
regional para el año 2023. El coste de la sanidad asturiana para este año se
elevó a 2.126 millones de euros, una cifra récord que se traduce "en una
inversión por habitante que superará por primera vez los 2.000 euros",
según el Gobierno regional. Si nos remontamos a las cifras
prepandemia del año 2020, la sanidad asturiana destinaba una partida de 1.811
millones de euros. Tres ejercicios presupuestarios después, y con
la pandemia del Covid-19 de por medio, el coste sanitario ha crecido en casi un
18% para suponer algo más de un tercio del montante de las cuentas regionales.
De cada tres euros del Presupuesto del Principado, más de uno tiene destino
sanitario https://cutt.ly/r0rKqgU
La “mano invisible” del
mercado fue presentada por Adam Smith en su obra, “La Riqueza de las Naciones”
publicada en 1776, esta es una ilustración de cómo la ley de la oferta y la
demanda benefician al conjunto de la sociedad de una manera indirecta.
El
concepto es el siguiente: no hay nada malo con que cada persona busque su
interés individual. En un mercado libre el efecto combinado de que todos
busquen su interés beneficia al conjunto. El
propio Adam Smith reconoció que había instancias en que el
concepto de la “mano invisible” no era apropiado, por
ejemplo, en dinámicas conocidas como tragedia de los comunes,
donde ciertos recursos son limitados y su consumo perjudica al conjunto.
Este argumento ha tenido mucho peso en años recientes al analizar las
consecuencias medioambientales de algunas acciones económicas. Un buen ejemplo
es lo que está sucediendo en Doñana con el agua y el planteamiento que está
realizando el PP en el gobierno de Moreno Bonilla, pese a la llamada de atención de
la Comisión Europea. Adam Smith, cuidadosamente
distinguió entre interés propio y avaricia. Smith defendía el
interés propio entendido en su conjunto (teniendo en cuenta todas las
implicaciones). Según Smith, está en nuestro interés vivir en un estado de
derecho donde se respetan los derechos de los ciudadanos y la ley. Con respecto
a la sanidad pública, está en el interés de todos los ciudadanos que la
misma sea universal, que no se deterioren los servicios haciendo que los ciudadanos
tengan que recurrir a la sanidad privada, ya que todos los ciudadanos no tienen
los recursos para complementar la sanidad pública.
El PP como abanderado de ese
liberalismo económico tóxico, carente de ningún tipo de regulación y control de
los mercados, ha tenido como fieles apóstoles a capas de la sociedad con
elevados recursos como por ejemplo; intelectuales, catedráticos, inversores,
grandes empresarios y jóvenes delfines, todos ellos predicadores de la “libertad
de mercado” y enemigos acérrimos de todo tipo de intervencionismo público y
estatal (del cual, por cierto, obtienen buenas rentas la inmensa mayoría de
ellos). La eficiencia de las políticas liberales que ha llevado allí donde
gobierna el PP está igualmente clara cuando se comprueba que las
privatizaciones efectuadas sólo han servido para poner recursos hasta
entonces públicos en manos privadas, pero no para generar menores
costes o más eficiencia, el servicio se ha prestado pero tanto los
costes como la calidad del servicio han sido muy inferiores. La privatización
de sectores públicos como son la sanidad o la educación no ha creado
servicios mejores, más eficientes, más transparentes o más baratos, sino que,
por el contrario, ha generado mayor gasto, aunque, eso sí, ahora destinado a
colmar los bolsillos privados. Defender el mercado sin ningún otro matiz,
como suelen hacer los liberales o el PP, es una simpleza porque en realidad no
existe “el” mercado. Mercados hay muchos, con naturaleza y efectos muy
variados, y para que se pueda decir que un mercado es plenamente eficiente o
mejor que una buena decisión pública, a la hora de asignar recursos, deben
darse una serie de condiciones y requisitos muy estrictos (por ejemplo,
información perfecta y gratuita a disposición de todos los sujetos, plena
homogeneidad de los productos y ausencia total de barreras de entrada a los
mercados) que es casi, por no decir que totalmente, imposible que se den en la
realidad. La competencia, lejos
de ser una condición innata o consustancial a los mercados, es
desgraciadamente lo primero que se quiebra cuando los mercados se ponen a
funcionar si éstos no están convenientemente regulados; es decir, si no hay
un buen anillo de derechos de propiedad que proteja a los mercados de sí
mismos, de las fuerzas auto destructoras que genera el afán de lucro desmedido
(la avaricia), la concentración de la riqueza y la vía libre para los más
poderosos, condiciones que son las que suelen predominar en los mercados
contemporáneos que son los que tanto gustan y agradan al PP. No hay forma posible
de hacer que los mercados se acerquen al ideal de la eficiencia y la
competencia que no sea la de una buena regulación, el establecimiento de un
adecuado sistema de normas. Y eso sólo puede garantizarse justamente cuando hay
un Estado que funciona correctamente y, sobre todo, no sometido a los dictados
del propio poder de mercado del que disponen quienes tienen privilegios en su
seno como son los “amiguetes” que se arriman al PP que luego terminan aflorando
en tramas de corrupción como fueron en su día, la Gürtel, Lezo o Púnica.
Debilitar
al Estado, como hacen los liberales cuando gobiernan, es lo contrario de lo
que se precisa para fortalecer la competencia y la eficiencia, y justo lo que
desean quienes ya tienen gran poder de mercado para aumentarlo. Los mercados de hoy día, los
que han contribuido a diseñar y a proteger las políticas liberales de nuestro
tiempo, son mucho más imperfectos que nunca y, por tanto, más ineficientes.
Es un espejismo, por no decir que un miserable engaño, afirmar que en ellos
predominan la competencia o que sólo allí es donde la eficiencia va a alcanzar
su máxima expresión. Ocurre todo lo contrario: lo que han conseguido las
políticas liberales como las que han puesto en marcha los gobiernos liberales
del PP como los de, Isabel Díaz Ayuso, o Moreno Bonilla, ha sido
erradicar todavía más la competencia al oligopolizar los mercados y hacerlos,
en consecuencia, mucho más ineficientes, y mucho más onerosos para la inmensa
mayoría la población.
Decía ayer Pilar Fernández
en la charla que dio en la sede del PP en Gijón, que hay que reducir la
ideología y centrarse en los criterios científico-técnicos para abordar el
problema de la salud. De esta afirmación discrepo radicalmente, ¿acaso
la salud no concita en todos los ciudadanos un
criterio ideológico lo suficientemente amplio para priorizar dicho intangible
por las emociones, ideas y creencias colectivas que son compatibles entre sí y
están especialmente referidas a la conducta social humana? El
criterio científico-técnico es una parte del problema de la salud, está
centrado en el ámbito profesional de aquellos que ejercen la medicina. El fin último
es resolver el problema que tiene el ciudadano con los conocimientos o tecnologías
que atesora. Por lo tanto, la
salud debe y tiene que tener por encima de todo un criterio ideológico, ya que
esa ideología es la que prioriza esta cuestión sobre cualquier otra. Cuando
el PP nos está diciendo a los asturianos, que tenemos que ver la salud como una
mercancía más dentro del mercado sanitario, nos está diciendo que tenemos que
ver dicho intangible con criterios de rentabilidad. El que pierde la salud, sea
con 5, 25,55 u 85 años, no puede estar guiado con criterios mercantiles, ya que
todos tienen él mismo derecho a vivir y la sociedad tiene la obligación de socorrerlos,
les quede mucha o poca vida por delante. Un buen ejemplo lo vivimos
con la pandemia del Covid-19 y el tratamiento que se dio en las residencias de
la Comunidad de Madrid, allí la ultraliberal, Isabel Díaz Ayuso, le fallecieron
7.690 usuarios de residencias entre marzo y mayo de 2020, pero el gobierno no abrió
ningún expediente por hechos graves “constatados” durante esos meses https://tinyurl.com/2hmp4u6h
Otra cuestión no menor es lo
que afirmó en dicha exposición sobre el “redimensionamiento” de las
plantillas de profesionales sanitarios en Asturias. Es obvio que las
plantillas están redimensionadas a la baja, existen carencia de profesionales
que tienen una consecuencia grave en la ciudadanía asturiana. Un ejemplo lo
tenemos con la especialidad de pediatría. En la zona oriental de Asturias hay 2.000 niños con carencia de pediatras en
condiciones estables. Lo que no dijo la candidata Pardo en dicha reunión, es
si esa nueva configuración de plantilla sería para aumentar o para disminuir la
misma. Si nos fijamos lo que han hecho gobiernos del PP con dicho servicio
de salud en Madrid https://tinyurl.com/2fwp4jj7 o Andalucía https://tinyurl.com/mryckh4s , entonces nos tenemos que poner a temblar. El
16 de diciembre del 2022 se publicaba en prensa que el sector de la salud tiene
24.000 trabajadores con mayoría femenina. Está en marcha una estabilización de
plantilla que cubrirá con personal fijo 4.793 plazas de la sanidad pública https://tinyurl.com/2k9yjxwb ¿Serán
pocos los efectivos para sortear el problema de personal sanitario que existe actualmente? El tiempo
dirá, lo que parece obvio es que desde el gobierno asturiano no se ha mercantilizado
la salud como pretende hacer el PP del candidato, Diego Canga Fano.
Para terminar el post,
quiero decir que los datos y cifras sirven para corroborar lo que sucede allí donde
gobierna la derecha o ultraderecha con la sanidad pública, pero detrás del problema,
el PP vive una tragedia. Concurre
a unas elecciones defendiendo los derechos de una minoría, pero lo hace
intentando vender argumentos de una mayoría… Eso es como querer soplar y
sorber a la vez, imposible.
Ya lo dijo Eleanor
Roosevelt: “Debes hacer las cosas que crees que no puedes hacer”.