Asiste la sociedad española a un hecho representativo de lo que sucede en la política actual con algunos dinosaurios que se resisten a marchar pese a que la ciudadanía ya ha dicho por activa y por pasiva que su tiempo ha pasado y se acabó. Célebres han sido los ejemplos de: Puigdemont, Arrimadas, Iglesias o Trevín. La muerte política de un ciudadano, es la instancia fatal en la que encuentra su final dentro de la especificidad de la política. Es el momento, donde la crudeza se presenta como verdad inquebrantable ante cualquier disputa electoral. El instante es percibido y se expresa como un sentir que se incrusta en la historia de aquel que padeció dicha defenestración, como algo desgarrador para sus intereses. La muerte política pues, hay que entenderla como parte de la vida, como toda ley natural que tiene un comienzo y un fin, quitándole todo tipo de trascendencia al hecho de surgir como al de desaparecer al político que emprende dicho camino hacia el servicio público. Y esta es una de las particularidades de la muerte política así formulada: nunca vuelve como farsa sino siempre como tragedia, más si cabe, cuando un político se resiste a marchar y dejar su sitio a su relevo.
Antonio Trevín Lombán, es un muerto político que tras caminar siempre por el sendero de la conveniencia, el apaño y chanchullo a la hora de conseguir sus fines, pensó equivocadamente que la ciudadanía de Llanes le volvería a otorgar su favor, en un tiempo en el que esa ciudadanía ya conocía bien sus vicios políticos para desgracia suya. El resultado de dicho error de cálculo es bien conocido por todos los llaniscos y asturianos, hoy Trevín languidece en la ignominia política, atornillado al sillón de la oposición en el Ayuntamiento de Llanes, impidiendo el relevo generacional dentro del socialismo llanisco. Su estrategia política la vimos el 7 de julio en la investidura del “vividor” político (carece de profesión en la vida civil) que hoy gobierna el Ayuntamiento de Llanes, Enrique Riestra Rozas. Trevín presentó candidatura para ser alcalde en el pleno que se celebró sabiendo que los números no daban para dicha hazaña, tras no conseguir su objetivo, soltó un discurso envenenado en un acto institucional que fue motivo de murmullos entre los presentes en dicho acto. Podemos decir sin ánimo de equivocarnos que, vergüenza no sintió, más bien todo lo contrario. Dejo muy claro que es un mal perdedor político cuando le tuercen la muñeca en sus intereses. Llegó a las elecciones prometiendo “el oro y el moro” a diversos colectivos y personas de Llanes, quizás repitiendo lo que hace muchos años funcionó en este municipio. Eso no sirvió para ocultar su verdadera esencia política cuando tomó medidas erráticas por el método del “dedazo”, como fue la elección del alcalde de Nueva y Posada. Quizás su subconsciente le traicionó, legitimando lo que en el PP se hace por designación del presidente de turno a sus fieles militantes, mientras los mismos rezan en silencio a las instrucciones que reciben.
Llegados a este caso, el ciudadano de Llanes, ni debe ni puede esperar nada en estos próximos cuatro años, tanto del gobierno del “pesebre” (cobrarán la nómina 48 meses más, pero los problemas de los llaniscos seguirán marchitándose en la desidia que manifiestan con su funesta gestión), como del joven opositor Trevín (67 años), de probada demagogia política en sus acciones como podemos ver desde que anuncio que regalaría los duros a peseta a los llaniscos si gobernaba el Consistorio. Llanes necesita muchas cosas para salir de la desidia en la que está instalada por sus gobernantes, sobre todo necesita políticos decentes que no vengan a vivir de la política, que no hagan de los recursos y derechos de los llaniscos papel mojado, atropellándolos en los tribunales mientras quien intenta atropellar paga con “pólvora del rey” como son los impuestos que pagamos quienes vivimos en Llanes.
Para terminar el post, quiero manifestar que lo que recoge la columna publicada en El Fielato, no es más que la triste realidad que sufren los llaniscos desde hace muchos años, por tener en su gobierno local a personas con difícil calificación al sentido común. ¿Cambiara esta situación si no se cambian a los miembros de esta ecuación?... No, no cambiará por mucho que uno lo desee, el cambio solo vendrá si quien puede cambiar dicha perversión democrática actúa y propicia que el aire entre por las ventanas de una casa que tiene el aire viciado, con Trevín como ama de llaves.
Ya lo dijo James Russell Lowell: “La democracia otorga a cada uno de los hombres el derecho a ser el opresor de sí mismo”.
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